De la identidad literaria salvadoreña como exilio

De la identidad literaria salvadoreña como exilio, se examina la obra clásica de nueve autores. Al aplicar una perspectiva psicoanalítica, el ensayo toma como punto de partida una tarjeta que Roque Dalton envió desde Cuba a una amante lejana en El Salvador. La escritura establece la deuda y la memor...

Descripción completa

Detalles Bibliográficos
Autor principal: Lara Martínez, Rafael
Formato: Online
Idioma:spa
eng
Publicado: Universidad Nacional (Costa Rica) 2023
Acceso en línea:https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/istmica/article/view/18738
Descripción
Sumario:De la identidad literaria salvadoreña como exilio, se examina la obra clásica de nueve autores. Al aplicar una perspectiva psicoanalítica, el ensayo toma como punto de partida una tarjeta que Roque Dalton envió desde Cuba a una amante lejana en El Salvador. La escritura establece la deuda y la memoria como principios rectores para recuperar el pasado. Un compromiso subjetivo con el objeto del amor perdido la patria y la amante dicta el movimiento de la inscripción poética. Esta ausencia del cuerpo a recuperar se aplica en seguida, en primer lugar, a Francisco Gavidia, que funda el indigenismo salvadoreño, utilizando técnicas literarias europeas, con lo cual ignora las lenguas indígenas, luego a Alberto Masferrer, que se retrata sufriendo las tribulaciones y la pasión de Cristo en el exilio, antes de construir un proyecto político de país. En tercer lugar, Arturo Ambrogi percibe en el campesino salvadoreño al poeta medieval localizado en un locus amoenus, encantado por la belleza del campo. Francisco Miranda Ruano inaugura una visión más trágica, ya que su salida de la ciudad para recrear el esplendor del campo concluye con su regreso a los suburbios pobres, antes de suicidarse. En quinto lugar, Salarrué mezcla fantasía y realismo para retratar sus diversas máscaras o personajes, así como para disimular la violencia sexual y racial. Según el proverbio español “el hábito hace al monje”, el ser y los actos se juzgan siempre por la apariencia. Claudia Lars prescribe un movimiento dual, primero para sustituir su nombre real, Carmen Brannon, por su seudónimo literario, y luego para recuperar su infancia de sus habilidades adultas, que ella desarrolla, gracias al legado poético de su padre extranjero. Los hermanos Alfred y Miguel Ángel Espino proponen un patrimonio complejo. Si el primero idealiza el campo en una recuperación nostálgica del vientre materno cuya contrapartida nombra al amante imposible que lo inclina al suicidio, el segundo apunta a restituir una educación verdaderamente americana, sin revitalización alguna de las lenguas indígenas ni de su tierra ancestral confiscada. José Napoleón Rodríguez Ruiz estipula cómo solo un recuerdo lejano recupera un relato testimonial del pasado. Al vaticinar un tema de actualidad -el acoso sexual y la migración, su personaje campesino narra cómo el exilio reinventa su identidad rural. Finalmente, en un retorno sinodal, desde lejos, Dalton replica la nostalgia de Rubén Darío por ser alguien más de lo que es a la hora de recrear sus años de formación como poeta. En resumen, este bosquejo de nueve autores del siglo XX delinea no solo cómo una idea de exilio anticipa la diáspora actual. El ensayo también sugiere cómo los estudios culturales continúan una nostálgica recuperación de la memoria por una revolución sinódica, y reclama la actualidad de aquellos autores consagrados en un canon literario monolingüe