Sumario: | La problemática de las fronteras es esencial a la filosofía dado que, desde Platón, esta define su actividad en tanto que recorte ontológico, lo que hace de toda filosofía una geo-filosofía. El filósofo es aquel que sueña con poder establecer fronteras ontológicas claras y precisas con el fin de ordenar la realidad, mediante conceptos (justo/injusto, sensible/inteligible, perro/lobo, sofista/filósofo, etc.). Esta importancia interna de las fronteras tiene impacto sobre las fronteras externas de la filosofía, es decir, sobre los lugares en los cuales es legítimo filosofar: academia, jardín, liceo, universidad, ágora. Gracias a la filosofía de Derrida, el autor muestra que, dado que la filosofía ya no puede aparecer como la garante de las fronteras conceptuales, también se debe reevaluar sus fronteras externas y asumir que la filosofía es, por definición, marginal, lo que implica que es hora de volver a sacarla del único campo académico para llevarla, donde siempre estuvo: en toda la ciudad.
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