| Sumario: | América Latina y el Caribe asisten, después de dos años y medio, a un supuesto mundo POST-COVID-19; paradójicamente, en condiciones de capitalismo, patriarcado y colonialismo in extremis. El acceso social desigual a la vacunación; el sentido de la supuesta “inmunidad de rebaño”; la flexibilización de las medidas sanitarias forzada por poderes fácticos de la economía política del capital financiero-farmacéutico transnacionalizado, y sus agentes, apagan aceleradamente las luces de alerta, dejando en la oscuridad las dimensiones causales y sus efectos. Este es un patrón de superpoder mundial que, en palabras del secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN (NATO por sus siglas en inglés), es una “nueva estructura de fuerza” (Stoltenberg, 2022). Este nuevo patrón de superpoder mundial o nueva estructura de fuerza opera en convergencia con la escalada de fabricación y amenaza de uso de armas nucleares y de destrucción masiva y con los poderes neonazi de Ucrania; frete a su correlato desde Rusia en Georgia, Crimea y Donbass o; en Taiwán, China.
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