Sumario: | A finales del siglo veinte se produjo en Costa Rica, como resultado de la implementación de políticas neoliberales, una modificación integral de las relaciones y condiciones sociales de vivencia; la relación estructural-superestructural que sostenía el escenario tradicional de cotidianidad entró entonces en declive. El viejo y sólido mundo de los costarricenses perdió sus acostumbradas certezas. La incertidumbre se apoderó de la existencia. Las centralizaciones de significados que sostenían la forma de ser, pensar y valorar hegemónicas perdieron comprensibilidad y coherencia; con esto se propició la constitución de los grupos etarios, de mujeres, indígenas, emigrantes y homosexuales en actores de un nuevo y complejo escenario de cotidianidad. Para la filosofía costarricense la aparición de estos nuevos actores y relaciones humanas propone el reto de desarrollar un nuevo tipo de hacer filosófico: una hermenéutica de las diversidades, como un enfoque que dé lugar a la configuración de un nuevo sentido común social integrador y dignificador a la vez.
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