La Gran Simuladora: Tuberculosis Meníngea: Caso Clínico

La Tuberculosis (TB) es la enfermedad infectocontagiosa más importante del mundo, asociada a alta morbimortalidad, principalmente es pulmonar, sin embargo puede afectar otros órganos y tejidos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) 2015, estimó un millón de niños con TB en el mundo y 169,000 fal...

Descripción completa

Detalles Bibliográficos
Autores principales: López Robles, Gabriela Alejandra, Hawith Bautista, Kristell Patricia
Formato: Online
Idioma:spa
Publicado: Escuela Universitaria de las Ciencias de la Salud, EUCS, UNAH-VS 2018
Acceso en línea:https://www.camjol.info/index.php/PEDIATRICA/article/view/7995
Descripción
Sumario:La Tuberculosis (TB) es la enfermedad infectocontagiosa más importante del mundo, asociada a alta morbimortalidad, principalmente es pulmonar, sin embargo puede afectar otros órganos y tejidos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) 2015, estimó un millón de niños con TB en el mundo y 169,000 fallecidos. Según la OMS, Honduras ocupa el octavo lugar en carga de tuberculosis en el hemisferio occidental. Estos datos reflejan que continúa siendo un problema de salud pública prioritario. En países de alta endemicidad, la principal barrera es la pobreza y el escaso acceso al sistema sanitario. La incidencia de tuberculosis meníngea (TBM) se relaciona directamente con la prevalencia de TB pulmonar (TBP) y aunque solo representa alrededor del 1% de los casos de TB y 5%-10% de TB extrapulmonar, su presencia es preocupante por su elevada tasa de mortalidad (30%) en aquellos pacientes que reciben tratamiento óptimo y de secuelas graves en el 50% de los sobrevivientes, por lo que el factor más importante que influye en el pronóstico es el diagnóstico precoz y el inicio temprano de tratamiento específico. El diagnóstico de la TBM con frecuencia representa un desafío para el médico; se necesita un alto grado de sospecha clínica para no retrasar el diagnóstico y tratamiento puesto que el cuadro clínico es inespecífico, heterogéneo y aunque el examen del líquido cefalorraquídeo (LCR) aporta datos sugestivos, habitualmente se inicia tratamiento empírico sin tener certeza de que el diagnóstico será confirmado. Las manifestaciones clínicas y su duración son de vital importancia para su sospecha.