Cien años de soledad: el monstruo, los antropófagos y otras denominaciones en un juego de voces

Cien años de soledad ha sido leída desde muy diversos ángulos y múltiples enfoques. En las presentes reflexiones, se propone una lectura orientada, en primera instancia, por el diálogo intertextual que inscribe la propia novela de García Márquez cuando relata que el personaje Gabriel “se fue a París...

Descripción completa

Detalles Bibliográficos
Autor principal: Robles-Mohs, Ivonne
Formato: Online
Idioma:spa
Publicado: Universidad de Costa Rica 2016
Acceso en línea:https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/filyling/article/view/26501
Descripción
Sumario:Cien años de soledad ha sido leída desde muy diversos ángulos y múltiples enfoques. En las presentes reflexiones, se propone una lectura orientada, en primera instancia, por el diálogo intertextual que inscribe la propia novela de García Márquez cuando relata que el personaje Gabriel “se fue a París con (...) las obras completas de Rabelais”. En este contexto, es posible afirmar, con las palabras de Mijail Bajtin, que en Cien años de soledad, como en la obra de Rabelais, lo que importa, tanto en el plano artístico como en el ideológico, es la libertad de las asociaciones; así, la distinción entre lo elevado y lo bajo, lo prohibido y lo autorizado, lo sagrado y lo profano, pierde toda su fuerza. En la novela de García Márquez, la onomástica, en el más amplio sentido del término, es decir, de los nombres en general, pone de manifiesto el carácter carnavalesco o subversivo del texto así como una compleja inscripción de Tezcatlipoca, el dios azteca burlón, invisible, controversial, polimorfo y con implicaciones en el discurso de Indias o América.