| Sumario: | Mundo, ciencia y sociedad se fundamentan todavía en un paradigma positivista que está siendo superado por un nuevo paradigma en construcción, que tuvo como detonante la teoría de la relatividad y la física cuántica.La academia, en este delicado y complejo proceso, tiene la enorme responsabilidad de dejar de oponerse a la ola imparable de la globalización, para empezar a descubrir sus virtudes, con el fin de utilizarla para difundir valores que trascienden lo puramente económico, como la justicia social y, principalmente, los derechos humanos. Para trascender el carácter netamente económico de la globalización, es imprescindible un cambio en los modelos educativos, que deberán superar los dogmas y los prejuicios de la pedagogía del siglo XX, para desarrollarse sobre la base de que el conocimiento es el mayor valor agregado de este momento histórico y que, por lo tanto, el acceso a la información, de forma rápida y eficiente, es una condición “sine qua non”, para la transición hacia ese futuro. Ante la sociedad global, la única alternativa para conservar la identidad nacional y los valores que cada sociedad ha hecho suyos para posicionarse en el mundo, es la preservación viva y dinámica (no en las estanterías de museos y bibliotecas), del acervo cultural de cada pueblo.
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