Sumario: | El presente ensayo propone un análisis de la recepción de La Chunga. Una ópera moderna, del compositor Carlos J. Castro, basada en la pieza teatral de Mario Vargas Llosa. Estrenada en Costa Rica en 1995, acompañada de un absoluto “silencio” crítico, está “ópera” encarna un paisaje sonoro y biopolítico. La performatividad es una arquitectura, única en los cuerpos elegidos, especialmente en el de Guadalupe Urbina. Icono cultural ella misma.Los cuerpos elegidos para “representar” la obra son “cómplices”. Solo se cuenta con la partitura, la videograbación y algunas fotografías o notas sobre la obra, con ellas se a pretendido otear ese “lugar-abismo” al que nos invitan Vargas Llosa y Carlos J. Castro, pero no como obra teatral ni como ópera. El ensayo se arriesga a pensarlas como abismo, que brota desde una emisora de radio que en sus músicas tropicales, pop-rock y baladas románticas, “instala-Ser” en un bar decrépito, donde el “pacto” puede ser real, y donde los cuerpos son en verdad carne de intercambio y decadencia.
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