CARTA DE UN CABALLO

El otro día recibí la carta de un caballo viejo, enfermo, arruinado y miserable que andaba por las calles entre Cóbano y Montezuma en la Península de Nicoya. Claro que él mismo no la había escrito, como no tienen una mano para tal cosa. Pero ese caballo pobre y martirizado, uno entre miles en Costa...

Descripción completa

Detalles Bibliográficos
Autor principal: Wessberg, Olof
Formato: Online
Idioma:spa
Publicado: Universidad Estatal a Distancia, Costa Rica Rica 2014
Acceso en línea:https://revistas.uned.ac.cr/index.php/biocenosis/article/view/705
Descripción
Sumario:El otro día recibí la carta de un caballo viejo, enfermo, arruinado y miserable que andaba por las calles entre Cóbano y Montezuma en la Península de Nicoya. Claro que él mismo no la había escrito, como no tienen una mano para tal cosa. Pero ese caballo pobre y martirizado, uno entre miles en Costa Rica, dictó la carta a un hombre que entiende lo que dicen los caballos y él la escribió. Así dijo el caballo:He envejecido trabajando para el beneficio de los hombres. Cuando era joven conocí por muy breve tiempo la libertad, pude revolcarme, corretear y echarme a voluntad. Pero pronto pasé a trabajar para un hombre y después para otros y en lugar de enseñarme con paciencia y buen trato, me han dado más de un golpe y latigazo y espuelazo por no acertar yo a hacer aquello que el hombre quería pero no me había enseñado. Muchas veces me pegaron en el pescuezo o hasta en la cabeza y un día de esa manera me sacaron un ojo. Sólo los hombres brutos o sin inteligencia hacen tal cosa. Muchos compañeros míos han perdido un ojo por causa de jinetes brutos que les han pegado de esa manera.