Francisco Sevilla

Retrato de Francisco Sevilla por [[Ramón Amerigó y Morales miniatura|Retrato de Francisco Sevilla por Ramón Amerigó y Morales, litografía Laujol. Biblioteca Nacional de España. Francisco Sevilla (Sevilla, 1805-Los Carabancheles, Madrid, c. 1841) picador español.

Apodado en Sevilla ''el Troni'', destacó más que por la ortodoxia de su monta por su valor y fortaleza. Aunque no de mucha altura era hombre robusto y de su bravura se contaban anécdotas, como que en una ocasión derribó a un toro agarrándole por un asta. Théophile Gautier y Prosper Mérimée asistieron a corridas picadas por él y dejaron por escrito muestras de admiración por su valor y su figura:

Aunque debió de ser en Sevilla donde empezase a picar no se tienen noticias de sus primeros pasos en la lidia y solo se sabe de su existencia a partir de su presentación en Madrid el 4 de octubre de 1830, en la décima corrida de la feria, picando reses de Guenduláin, Sanz y Paredes estoqueadas por Lucas Blanco y Roque Miranda. Ya entonces causó buen efecto y repitió el día 25 de octubre. En esta ocasión el quinto toro lo derribó y quedó debajo del animal hasta que los de a pie lograron apartarlo llevándolo al centro de la plaza. Inmediatamente a continuación Sevilla, en pie, se hizo con un capote e intento lancear al toro, como probablemente había hecho en otras ocasiones antes en plazas de fuera de Madrid, impidiéndoselo los peones.

Fue testigo Mérimée, que describió el lance en carta a un corresponsal con todo detalle:

Tras este triunfo de su presentación en Madrid fue inmediatamente contratado para la temporada siguiente, renovándosele el contrato en la de 1832 y siguientes en las que se le pagaron 1500 reales por temporada, el máximo para un picador, y 200 reales de gratificación por corrida, más el importe del viaje de regreso a Sevilla. Al terminar la temporada de 1835 se organizó una corrida en la que los lidiadores ofrecieron algunas «suertes extraordinarias» y Sevilla, sin mudar su traje de picador, estoqueó a una res, lo que también hizo, como primer espada, en una corrida organizada por él en diciembre de 1838, en esta ocasión vestido con traje de luces con adornos de seda azul.

Contaba Mérimée que lo había vuelto a ver en 1840 y presenciado cómo era derribado del caballo en más de veinte ocasiones, siempre con el mismo valor. Tuvo, además, la oportunidad de comer con él y ser testigo de su temperamento alegre, destacando sus «modales andaluces, su humor jovial y su caló, lleno de metáforas pintorescas». Como otra más de las anécdotas que hablaban de su caballerosidad y enorme popularidad, contaba Mérimée que en cierta ocasión en que viajaba a Barcelona para una corrida anunciada con mucha antelación compartió la diligencia con una señora que huía de Madrid por el cólera. Al llegar a las puertas de Barcelona la Junta de Sanidad comunicó a los pasajeros que debían hacer una cuarentena de diez días, excepto Sevilla, pero Sevilla no quiso beneficiarse de ese trato tan provechoso y replicó que si la señora no era admitida él tampoco entraría y, concluía Mérimée, «entre el temor del contagio y el de perder una buena corrida, no había duda. La Junta cedió; hizo bien, porque si se hubiese obstinado, el pueblo hubiera quemado el lazareto con el personal dentro».

Picó por última vez como titular en Madrid el 24 de mayo de 1841 y falleció ese mismo año o el siguiente, retirado en los Carabancheles, en las cercanías de Madrid, enfermo del hígado y quebrantada su salud por los muchos percances sufridos en la lidia. proporcionado por Wikipedia
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